El uso sistemático y legalizado de seres sintientes para la obtención de ganancias comerciales alcanza hoy proporciones para muchos inimaginables. Criados en condiciones aberrantes y matados para ser vendidos como comida y vestimenta, torturados y destruidos en laboratorios, explotados para entretenimiento, cazados por deporte, forzados a conductas antinaturales en circos, encarcelados en zoológicos para 'educación'. La lista podría continuar. Esta explotación, asentada en la discriminación arbitraria que sufren los animales, es causa de extremo sufrimiento y miseria. La opresión pasa tan desapercibida para el ciudadano común, que cuando los animalistas nos referimos a la defensa animal, los oyentes lo relacionan únicamente con razones sentimentales atinentes a los animales de compañía.
Tráfico de esclavos, venta de mujeres e hijos bajo la tiranía patriarcal, quema de brujas, persecuciones políticas, religiosas, racistas y sexistas. La lucha por la igualdad entre los seres humanos es hoy al menos un borrador. Pero a pesar de que las conclusiones cartesianas sobre la insensibilidad animal, a la luz de la actual investigación científica, puedan motivar la carcajada, la esclavitud de los animales se mantiene bajo las más espeluznantes formas de crueldad. La ley aprueba el especismo consagrando al animal como "cosa" a disposición del uso y goce de la humanidad. Ellos, incapaces de organizarse en rebeliones o sindicatos, incapaces de ser entendidos en su lenguaje sin voz, sufren y mueren. Dice Milan Kundera: "La verdadera bondad del hombre sólo puede manifestarse con absoluta limpieza y libertad en relación con quien no representa fuerza alguna. La verdadera prueba de la moralidad de la humanidad, la más honda (situada a tal profundidad que escapa a nuestra percepción), radica en su relación con aquéllos que están a su merced: los animales. Y aquí fue donde se produjo la debacle fundamental del hombre, tan fundamental que de ella se derivan todas las demás." [Kundera, Milan. La insoportable levedad del ser. Editorial Tusquets.]
Sólo cuando los intereses económicos lo permitieron rompió sus puertas el dique que retenía aguas más limpias: la idea de la esclavitud como injusticia y la necesidad de su abolición, ya desarrollada en el contexto filosófico de la época, pudo prosperar. En algunas cosas, se supo entonces, Aristóteles había errado. Los enormes beneficios que a quienes los explotan les reportan los animales -sea en la avidez de sus bolsillos o en la de su gloria o vanidad personal-, no permite aguardar un acontecimiento parecido. Por supuesto, la otra parte responsable es la actitud de los consumidores y su indiferencia ante los que no pertenecen a nuestra especie. Porque muchas son las manos que actúan a través de la mano que mata, la del instigador y la del cómplice, la del cobarde y la del indiferente, un punto en común para todas el actuar bajo la dirección del homo sapiens, único ser capaz de aniquilar en grandes números a los de su propia especie.
Coincidencia insoslayable: El movimiento por los Derechos Animales acompaña el auge de los movimientos ecologistas. Porque o el precepto bíblico de dominar a todas las criaturas vivientes fue un mal consejo, o fue tiránica y antiéticamente interpretado. Kundera otra vez: "En el mismo momento del Génesis está escrito que Dios creó al hombre para confiarle el dominio sobre los pájaros, los peces y los animales. Claro que el Génesis fue escrito por un hombre y no por un caballo. No hay seguridad alguna de que Dios haya confiado efectivamente al hombre el dominio de otros seres. Más bien parece que el hombre inventó a Dios para convertir en sagrado el dominio sobre la vaca y el caballo, que había usurpado. Sí, el derecho a matar un ciervo o una vaca es lo único en lo que la humanidad coincide fraternalmente, incluso en medio de las guerras más sangrientas." [ídem obra citada] ¿Es esta despreciable aplicación de la violencia sobre los animales, junto a la destrucción de la naturaleza -como piensan las ecofeministas-, derivación directa de la mentalidad patriarcal? ¿Les seguiremos contando a los niños que el lobo feroz se comió a la abuela de Caperucita en vez de contarles que los lobos en estado salvaje -único en el que viven conforme a su naturaleza- son seres fieles y esmeradamente afectuosos con su pareja. ¿Continuarán creyendo que ese ser confinado y reprimido es un tigre en vez de sus ruinas? ¿Aprenderán a respetar la vida ajena en el horror de la vivisección?
Aunque no las veamos las mutilaciones están, las trampas de acero en los bosques, los hacinamientos en jaulas diminutas de por vida, las agonías mortales están. La vivisección y la tortura. Y hasta el tedio y el horror que incita a la autodestrucción. La industria y la llamada ciencia desinteresada, al igual que miles de individuos a título personal, no diferencian entre el objeto mesa y el objeto gato. La relación que establecen con los objetos se resume en dominio y posesión. A los efectos de obtener ganancias, esta relación se transforma en guerra y propiedad. Cierto es que muchos desconocen el infierno oculto. Datos científicos provenientes de la confección de una batería de tests tendientes a determinar el grado de dolor, prueban que todos los mamíferos cumplen con creces el mismo nivel que el humano. Las aves apenas un poco menos, los peces un poco más abajo. El sufrimiento podría ser peor de lo que sospechamos: Brigid Brophy expresó que el animal no humano, al no razonar en forma abstracta, puede sufrir un dolor mayor que el experimentado por un ser humano.['In Pursuit of a Fantasy', eds. Stanley y R. Godlovitch y John Harris,1971].
Los grupos que minimizan y sostienen la esclavitud animal están involucrados en sus beneficios. Creemos que desvelar las distintas formas de explotación contribuirá a despertar la sensibilidad y la reflexión de quienes, por desinformación o influencia de la cultura dominante, consienten esta gran iniquidad.
Link: Anima.org.ar